viernes, 28 de diciembre de 2012

MI VIDA EN CASABLANCA


MI VIDA EN CASABLANCA

Digo de manera franca
que mi vida se hace leda
en esta sana vereda
nominada Casablanca.
Cuando a su gorja le arranca
su primera melodía
matinal la chichafría,
me voy al cercano caño
y, dándome en él un baño,
inauguro el nuevo día.

En tanto que me abluciono,
puedo oírle dar un salto,
o cantar allá en lo alto,
a un cotudo y rauco mono,
el cual, mientras me enjabono
y con puntería maga,
defeca, y la hez que caga
cae al agua y se va lerda….
¡Así, boyando, esa mierda
irá hasta que se deshaga!

A las ocho abro la escuela
y al mediodía la cierro;
almuerzo, el sombrero aferro
y me voy a otra parcela.
Parto solo, igual que vuela
cualquier cóndor de los Andes,
y, después de a pasos grandes
visitar parcelas varias,
entre ellas la de José Arias,
vuelvo a la de Luis Hernández.

Ya bien de tarde, futbol
me voy a jugar al campo,
no obstante el que nunca zampo
ni siquiera un solo gol.
Cuando, muriente, ya el Sol
casi nada tornasola
ni se ve casi la bola,
marcho a cenar y a dormir,
poniéndome antes a oír
algo en mi vieja radiola.

              Lácides Martínez Ávila

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