LO QUE REQUIERO DE TI
Requiero que me conozcas
como un montero a su can
y requiero serte tan
familiar como las moscas;
también que con ansias toscas,
no con fineza de frailes,
me esperes como los railes
al tren que sobre ellos pasa,
y me extrañes en tu casa
cual la música en los bailes.
Llórame con largo grito
y dolor que te taladre;
llórame como a su madre
la llora un perro chiquito.
Torna tu llanto infinito
y darle no se te ocurra
--aunque tu pupila escurra
su última lágrima--, fin;
llórame como un pollín
llora a su madre, la burra.
Piénsame en alto nivel
y con pensamiento fijo,
igual que una madre a su hijo
que se fue para el cuartel.
Piensa en Lácides Manuel
mientras vivas en la
Tierra ;
piensa en su existencia perra,
para que palies su agobio,
cual novia en la de su novio
que partió para la guerra.
Que te desveles requiero
por mí bastante el mundo,
como por un moribundo
lo hace un doliente sincero.
Cual guardián lleno de esmero
por lo que cuida y defiende,
desvélate por quien vende
su vida por tu persona;
trasnocha cual comadrona
por la puérpera que atiende.
Lácides Martínez Ávila
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