viernes, 28 de diciembre de 2012

APOLOGÍA DEL NADAÍSMO


APOLOGÍA DEL NADAÍSMO

Al joven inteligente que,
solo o en alegre tropa
sale a la calle sin ropa,
se le ataca injustamente.
Y a mí me dice la  gente
que estoy loco de remate,
mas sólo me llama orate
porque transito las calles,
sin usar vanos detalles,
en lo que ve un disparate.

No es que ese hecho a mí me asombre,
pero sí he de confesar
que a esa forma de pensar
no he podido hallarle nombre.
De que zapato no es hombre
los hombres se han olvidado:
si me ven a pie pelado,
a burlarse se desatan,
y algunos hasta me tratan
de loco y degenerado.

Esas urracas burlonas
son seres de mente asnal,
cuya masa cerebral
es escasa de neuronas.
Si alguna de esas personas,
que no tienen mucho “coco”,
llama demente a quien poco
el zapato puesto acabe,
demuestra que ella no sabe
lo que quiere decir loco.

Asevero con voz que alzo
que descalcez no es insania,
y el afirmar que es vesania
es completamente falso.
Quien que loco es el descalzo
afirma, es un animal,
altamente irracional,
cuyo existir no conviene,
pues loco es sólo el que tiene
desequilibrio mental.

Prueba ser un estupendo
estúpido el que chiflado
dice que es el descalzado,
y en error está incurriendo.
Entienden, según entiendo,
por sus críticas, las gentes,
que están locas nuestra mentes
si zapatos no tenemos…
Entonces, cuando nacemos, 
¿nacemos siendo dementes?

Los que este pensar mantienen,
evidentemente son
individuos sin razón
que inteligencia no tienen.
Pensarán quienes sostienen
que andar descalzo es locura,
que andar calzado es cordura;
pero entonces, insensatos,
¡pónganle a un loco zapatos
para ver si así se cura!

                   Lácides Martínez Ávila

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