A CIPRIANITA (1)
Te noto más exquisita
que el más sabroso manjar,
y te quisiera besar,
dulce y bella Ciprianita.
Muchísimo más bonita,
gloriosa virgen, te veo,
que lo que pudo Romeo
ver a Julieta, su amada,
y abrazarte, gentil hada,
es mi más vivo deseo.
Jamás yo vi en los jardines,
igual que tú de preciosa,
siquiera una sola rosa;
tampoco allí vi jazmines.
Cuando Lácides Martínez
posó su mirada en ti,
estando en Curumaní,
se preguntó embelesado:
“¿Habrá del cielo bajado
esta sin igual hurí?”
Ni del campo en la verdura
he visto flores campestres
que a pesar de ser silvestres
tengan tu misma hermosura.
Tú, ninfa divina y pura
de mis nobles sentimientos
y alivio de los tormentos
que paso cuando te añoro,
eres para mí un tesoro
que no cambio ni por cientos.
Un serafín que del seno
de la Gloria
bajar pudo;
eso eres tú, no lo dudo,
Cipriana López Moreno.
Tú has despertado en mi bueno
y sincero corazón
una tremenda pasión
de amor profundo y ardiente;
te adoro, estrella luciente,
con grande veneración.
Lácides Martínez Ávila
No hay comentarios:
Publicar un comentario