Notas Filosóficas:
EL
POCO VALORADO MELISO
Por Lácides Martínez
Ávila
Hay entre los filósofos eleatas uno cuya doctrina no ha
sido en absoluto valorada, sino, por el contrario, desdeñada, no obstante ser,
a nuestro juicio, el que con mayor acierto enfocó el planteamiento fundamental
de la escuela: la unidad del ser. Nos referimos a Meliso de Samos, a quien se
sindica injustamente de haber precipitado la decadencia del eleatismo, dizque
por haber intentado conferir un carácter material al ente. Vivió Meliso en el siglo V antes de Cristo, y fue también
militar, aparte de filósofo, habiéndole correspondido dirigir la escuadra de su
patria durante la rebelión de Samos contra Atenas, donde logró una resonante
victoria naval en el año 442, aunque más tarde los samios cayeron vencidos ante
Pericles. Asistió, según parece, a las lecciones de Parménides, cuyas doctrinas
matizó, como veremos, de características especiales.
Es costumbre que las exposiciones o tratados sobre la
escuela de Elea destaquen únicamente a Jenófanes, como el fundador; a
Parménides, como el más representativo y máxima figura, y a Zenón de Elea, como
el más vehemente defensor. A Meliso sólo se le cita en sentido de censura y
menosprecio. Aristóteles, por ejemplo, califica su sistema de grosero.
Meliso acepta los postulados generales de la escuela, con
arreglo a los cuales el ser es uno, todo, inmóvil, lleno, idéntico y eterno.
Pero se aparta de Parménides en dos puntos: en primer lugar, estima que el ser o
ente es infinito y, en consecuencia, es erróneo considerar que el cosmos tenga
forma esférica; en segundo lugar, el mundo sensible no es para él --como sí lo era,
en cambio, para Parménides-- una mera ilusión de los sentidos, sin relación
alguna con el ente, sino una realidad que constituye una manera de ser del ente
mismo, sin que ello afecte para nada la unidad de éste.
No ha hecho, entonces, Meliso sino ampliar y, si se quiere,
corregir la concepción de Parménides acerca del ser. Parménides había
descubierto la otra dimensión de la realidad: el aspecto inmaterial (objeto,
desde entonces, de la que más tarde se llamaría Metafísica). Pero cayó en el
error de quedarse en lo que descubrió, olvidando el aspecto material, hasta el
punto de negar la realidad sensible, considerándola mera apariencia.
Meliso advierte la grieta abierta por Parménides e intenta
cerrarla: intenta unir lo material con lo inmaterial, aunque sin perder de
vista que se trata de dos aspectos distintos de un todo unitario: lo que existe, o, dicho de otro modo, el
ser. Lo que existe constituye un todo unitario que comprende dos
aspectos distintos y definidos, lo material y lo inmaterial, así como, por
ejemplo, la superficie terráquea comprende el mar y el ecumene, y, si
proseguimos este símil, podríamos decir que el ecumene es como lo material, y
el mar como lo inmaterial, siendo las almas humanas como las diversas fuentes
de agua que manan y fluyen por todo el planeta.
En resumen, digamos que es injusto el juicio despectivo que
hacen Aristóteles y la crítica filosófica en general sobre Meliso de Samos.
Aristóteles tilda, como ya se dijo, la doctrina de este filósofo de burda, y la
crítica filosófica, por su parte, conceptúa que Meliso fue un representante
decadente de la escuela eleática. Tanto el uno como la otra razonan a la luz de
la lamentable escisión —interpretada también como duplicación— del mundo
efectuada por Platón e iniciada por Parménides con antecedencia de Jenófanes.
Decimos “lamentable” porque a partir de dicha escisión se dividió igualmente,
con irreparable desacierto, al quehacer filosófico en materialista e idealista.
Esta polarización ha traído como consecuencia que, hoy por
hoy, los filósofos opten por definirse o como materialistas o como idealistas,
y esto, en nuestra opinión, los priva de ejercer la filosofía de un modo
auténtico y cabal, pues juzgamos que, sin la metafísica la filosofía es algo
así como un carruaje sin cochero o como un ejército sin comandante, y, sin la
física, puede compararse con un tren sin vagones o con un caudillo sin
seguidores. He aquí, pues, el mérito que no se le ha reconocido a Meliso: el de
haber tenido una visión integral del ser y, por ende, de la filosofía,
aceptando las dos dimensiones de la realidad: la material y la inmaterial, esta
última llamada también espiritual.
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