A NUESTRA SELECCIÓN DE FÚTBOL 1975
No hay bola que se le escape
a nuestro felino arquero;
desde luego, me refiero
al gran Pedro Antonio Zape.
No hay penalti que no tape,
sea la cancha mala o buena,
sea fangosa, sea de arena
o de grama verdegay.
Lo demostró en Uruguay
ante a Fernando Morena.
A todo rival Segovia
lo frena y le dice: “¡Párate”,
mientras que, en el centro, Zárate
le tiene al contrario fobia.
La fatiga no lo agobia,
ni se le ve descansar,
y ¡qué decir de Escobar!,
que allí no permite extraños,
en tanto que Oscar Bolaños
a nadie deja pasar.
Hay gran poderosidad
en la zona de volantes;
allí jugadas brillantes
realiza Eduardo Retat.
Enorme es la calidad
de “Pescadito” Calero:
con ambas piernas al cuero
le pega con fuerza extraña,
y Diego “Áfrican” Umaña
es ágil, fuerte y ligero.
La zaga enemiga entera
se atribula y la ve gris
cuando Willington Ortiz
está en nuestra delantera.
Aquella se desespera,
cometiendo tonterías,
y aprovecha Ernesto Díaz
un centro de Ortiz, el astro,
o bien de Ponciano Castro,
para darnos alegrías.
Lácides Martínez ÁvilA
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