A JESÚS
En negra cruz padeciste
amargo y duro martirio;
allí semejaste a un lirio
ajado, marchito y triste.
Tu vida valiosa diste
para bien de los humanos,
y esa turba de villanos
pagóte mal, ¡oh, Jesús!,
clavándote en una cruz
por los pies y por las manos.
Hoy por hoy el corazón
de toda persona buena
sinceramente condena
tu injusta crucifixión.
Tú nos diste redención,
nosotros te dimos males;
¡qué ingratos, qué irracionales
fuimos los hombres contigo!
Mas Tú sigues siendo amigo,
no obstante, de los mortales.
Lácides Martínez Ávila
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