A BARRANQUILLA
A Barranquilla, en su día,
yo quiero felicitarla
y de alabanzas colmarla,
surgidas del alma mía.
Ciudad llena de alegría
y de belleza patente,
que goza de un sano ambiente
agradable al corazón,
fruto de la extraversión
admirable de su gente.
Orgullo imperecedero
de nuestra patria querida
es esta ciudad que anida
a un pueblo amable y sincero.
En su seno placentero
mi alma noble se enajena,
y de bienestar la llena,
con una dulzura grande,
el céfiro que allí expande
suavemente el Magdalena.
Edén etéreo que adoro
es este importante centro;
cuando en él yo no me encuentro,
¡cómo lo extraño y añoro!
Inmortal “Puerta de Oro”
de nuestra Colombia amada
es esta ciudad situada
junto al azul mar Caribe,
del que noche y día recibe
su brisa purificada.
Cualquiera se maravilla
del avance y el progreso
que ha tenido sin receso
la que otrora fuera villa.
La presente Barranquilla,
que sigue culta y amable,
es un foco que, incansable,
no cesa de proyectar
hacia la tierra y el mar
su luz clara e inigualable.
Lácides Martínez Ávila
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