domingo, 19 de septiembre de 2021

LOS RAZONAMIENTOS DE EUBÚLIDES

 

LOS RAZONAMIENTOS DE EUBÚLIDES

 Por Lácides Martínez Ávila

En los tiempos antiguos, hubo un filósofo llamado Eubúlides de Mileto, perteneciente a la escuela socrática de Megara, que se ideó unos ingeniosos argumentos, con el doble propósito, quizá, de retar las reglas silogísticas de Aristóteles y combatir los conceptos fundados en la experiencia. Hablar de esto ahora podría parecer extemporáneo; sin embargo, conviene tener presente que el saber de la antigüedad es algo así como un diccionario, que, por muy viejo que sea, podrán faltar en él nuevas palabras, pero difícilmente las definiciones que contiene dejarán de ser válidas. De ahí lo que una vez escribió Alfonso Reyes:

“El director de cierta revista francesa devolvió a un filósofo el manuscrito de un ensayo sobre la idea de Dios: ‘Lo siento ---dijo—, pero el tema no es de actualidad’. ¿Para qué ocuparse de Grecia? No es de actualidad. Tampoco lo es el aire que se respira. Porque sucede que todavía pensamos, hablamos y obramos en griego ---sepámoslo o no—, aunque con frecuentes faltas de lógica, de sintaxis y de conducta. Es decir, como los mismos griegos. La perdonable ignorancia, al menos perdonable error y el ya perdonable snobismo han presentado a Grecia como cosa ajena y distante, como deleite para pocos y como tarea de especialistas. Llevamos a Grecia por dentro y ella nos rodea por todas partes”.

 

Con estas palabras del erudito y humanista mexicano, queremos, no justificar el porqué del tema que aquí nos ocupa, sino más bien patentizar la justicia y el acierto que hay en no olvidar nunca las realidades históricas, por distantes que se hallen en el tiempo. Particularmente, en lo que a la filosofía respecta, es de suma importancia conocer y mantener vivo el recuerdo de las escuelas griegas, ya que ellas constituyen los primeros eslabones de esa cadena de oro que es el pensamiento occidental.

En la historia de la filosofía, hay algunas cuestiones olvidadas o tenidas por secundarias, que, por lo tanto, no ameritan ya ser materia de estudio en los seminarios ni en las cátedras de filosofía. No obstante, es conveniente conocerlas, entre otras razones, para no incurrir en el error de dar por novedosas aquellas ideas o teorías que pudieran presentársenos hoy como cosa nueva a pesar de haber sido tratadas en la antigüedad. Tal podría ser el caso de los argumentos sofísticos de Eubúlides, que se exponen a continuación.

Eubúlides de Mileto pertenecía a la escuela subsocrática de Megara, la cual se caracterizó por el abundante uso de razonamientos ingeniosos y sutiles, muchas veces extraídos de los cabellos, hasta el punto de haber sido juzgada severamente por alguien que la tildó de “ofrecer el deplorable espectáculo de la inteligencia humana aplicada a sutilezas propias para falsear el juicio, mejor que para ejercitarle”.

Eran siete los mencionados argumentos. El primero, denominado el mentiroso, se enunciaba así: Si una persona miente, pero a la vez confiesa que miente, ¿miente o no miente, en tal caso? Por un lado miente, porque afirma algo que es falso, pero por otro lado no miente, ya que dice verdad al confesar que miente. Este argumento, cuyo texto griego se desconoce, fue dado a conocer por Cicerón. Según Hesiquio de Mileto, un tal Filetas de Cos murió a causa de los esfuerzos realizados al intentar resolverlo.

El segundo, conocido como el escondido y cuya formulación se ignora, se cree que equivale al cuarto.

El tercero, Electra, lo presenta Luciano así: “Electra, hija de Agamenón, sabía y no sabía al mismo tiempo, pues en presencia de Orestes, aún desconocido, sabía que Orestes era su hermano, pero ignoraba que el que se hallaba en su presencia era Orestes”.

El mismo Luciano presenta el cuarto argumento, el enmascarado, de la siguiente manera: “¿Conoces a tu padre? —Sí, seguramente. —Pero si llevando a tu presencia a un hombre enmascarado, te pregunto si le conoces, ¿qué responderás? ---Que no le conozco. —Pues bien: este hombre es tu padre; de modo que, si no le conoces, no conoces a tu padre”.

El quinto argumento, denominado sorites o del montón, se formula así: como en dos granos no hay un montón, tampoco lo habrá si se les agrega otro grano, ni si se les agrega otro, ni otro, ni otro y así sucesivamente, porque sólo se va añadiendo una unidad en cada caso, y un sólo grano no determina el que haya o no montón. También se formula este argumento de la manera inversa: Si de un montón de granos se quita uno, seguirá habiendo un montón, y lo mismo ocurrirá si se le quita otro, otro y otro sucesivamente, puesto que únicamente se resta un grano en cada ocasión.

El sexto argumento recibe el nombre de el cornudo, y, según Diógenes Laercio, lo presenta Eubúlides de esta forma: “Lo que no has perdido lo tienes; luego, si no has perdido cuernos, tienes cuernos”.

Del séptimo argumento, que se conoce con el nombre de el calvo, no se sabe cómo era su formulación, pero se cree que era similar a la del quinto.

Todos estos argumentos o sofismas, como puede apreciarse, se pueden reducir a cuatro, teniendo en cuenta que el segundo, el tercero y el cuarto son, en el fondo, uno solo, y que lo mismo acontece con el quinto y el séptimo.

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