domingo, 30 de diciembre de 2012

TENGO UN RADIO MISTERIOSO


TENGO UN RADIO MISTERIOSO

Tengo un radio misterioso
traído desde el Japón;
no tiene comparación,
es un radio prodigioso.

Cuando está prendido suena,
y apagado suena más;
es distinto a los demás,
no tiene botón ni antena.
No tiene parlante y truena
con sonido estrepitoso;
toca y habla sin reposo
toda la noche y el día;
no piensen que es fantasía,
tengo un radio misterioso.

No es de cuero ni de pasta,
ni de madera tampoco,
y, si es que no me equivoco,
no se rompe ni se gasta.
Para hacerlo callar, basta
con darle un leve empujón,
mas tuve en cierta ocasión
que golpearlo con un palo;
ese radio fue un regalo
traído desde el Japón.

No necesita de pilas
ni tampoco de corriente;
para admirarlo, la gente
allá en mi casa hace filas.
Se dilatan las pupilas
de quien mira esa invención,
porque causa admiración
ese aparato tan raro;
con nada yo lo comparo:
no tiene comparación.

Toditas las emisoras
de la Tierra sintoniza;
las de China, Grecia y Suiza
entran claras y sonoras.
Imagínense, señoras
y señores, lo que gozo
oyendo, alegre y dichoso,
las emisoras que existen…
Aunque de creerme disten,
es un radio prodigioso.

               Lácides Martínez Ávila

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