A GABRIELITA
Tú me quieres, yo lo sé,
y amarte me gustaría,
pero en esta vida impía
a amar nunca volveré.
En una ocasión amé
a una mujer hechicera,
pero la muy traicionera,
después de que alimentó
mi gran amor, resultó
con que de otro hombre ella era.
Prometí a mi corazón
desde entonces impedir
que volviera él a sufrir
por causa de esa pasión.
Ésa es la única razón,
y en mi mente se halla escrita,
por la que, siendo bonita
tú cual perfecta obra de arte,
no pueda ni intente amarte,
mi estimada Gabrielita.
Tú eres linda, eres hermosa,
eres joven, eres buena
y, como flor de azucena,
eres alba y primorosa.
Yo creo que si una diosa
te ve, es capaz de envidiarte,
y he llegado a valorarte
en el campo moral mucho,
pero sin embargo lucho
por no llegar nunca amarte.
Lácides Martínez Ávila
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