A ARACELLY RODRÍGUEZ
A ti, Aracelly Rodríguez,
te dedico esta poesía,
porque sé que todavía
tú recordándome sigues,
con lo cual sólo consigues
que yo me sienta orgulloso,
engreído y hazañoso,
lo mismo que el pavo real,
que hace alarde señorial
de su plumaje vistoso.
Sé que sigues tan bonita,
como siempre tú lo fueras;
en ese campo superas
hasta a la misma Afrodita.
Tu rostro de virgencita
a todo mundo embelesa;
tu deslumbrante belleza,
Aracelly, te hace ser
la más hermosa mujer
que dio la naturaleza.
Lácides Martínez Ávila
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