LAS BRISAS DE DICIEMBRE
Ya la brisa decembrina
llegó sin recato alguno;
sus ímpetus siente uno
por doquiera que camina.
Con su pureza marina,
todo el ambiente renueva,
y, cuando rauda se eleva
hacia parajes lejanos,
esos humos tan malsanos
de las fábricas se lleva.
Por otro lado, ese viento
es síntoma ya de estío
y contribuye a que el río
deponga su crecimiento,
atenuando así el tormento
de una gran comunidad,
a la cual, con impiedad,
el Magdalena inclemente
sume recurrentemente
en ruina y calamidad.
Lácides Martínez Ávila
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